La llamada "Escuela de Frankfurt" o "teoría crítica" es
una corriente filosófica heredera de las dos pseudociencias triunfantes en la
primera mitad del siglo XX, marxismo y psicoanálisis.
Según los defensores de esta teoría, la tarea de la filosofía sería algo así
como una crítica del poder y sus justificaciones. Dentro de éstas, los teóricos
críticos como Habermas, Adorno o Marcuse sitúan a la razón "científico-técnica" como una ideología
aliada con el poder y culpable de los males de la Moderindad. Este alejamiento de
la ciencia por parte de la presunta "izquierda intelectual" está
basado en una concepción sesgada de la misma. Para los defensores de esta corriente filosófica la ciencia tiene
el objetivo de eliminar el pensamiento crítico y abandonarse al pragmatismo
ético y económico. No obstante, esto no es cierto.
En primer lugar, esta división entre razón "comunicativa" y razón
"cientifico-técnica" o razón "instrumental" no responde a
la realidad. La racionalidad es unitaria, no está escindida. La razón
"científco-técnica" también es comunicativa. Tanto es así que de hecho una de sus características principales es
la publicación detallada de sus actividades.
Por otro lado, la utilización de la ciencia para el poder y la mitificación
de la ciencia son dos conceptos que estudia la sociología de la ciencia, siendo
en todo caso problemas sociales, no problemas de la ciencia en sí misma.
Finalmente, el pensamiento "cientificista" no es propio de científicos
ni filósofos, suele ser el hombre de paja que construyen sus detractores para
atacarla. Sin embargo, la ciencia no busca verdades absolutas sino parciales y
provisionales, con lo cual, el mito de la ciencia solo es mito para los que la
obstaculizan, no para los que la desarrollan.
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